Camellos es un grupo serio, más de lo que muchos esperarían. Tienen un
nombre abierto a interpretaciones, carta de presentación de su lenguaje, sus
letras y sus expresiones.
Pero más allá de posibles dobles sentidos, Camellos es sinónimo de valentía.
Primero, por su sonido: punk pop de guitarras y melodías pegadizas, sin
reivindicar géneros que se reivindican solos, los antihéroes de la música de
guitarras que no tiene ningún conflicto con el resto de estilos. Los
madrileños de adopción traen la primera escuela que no enseña, la que te
lleva al bar a animar a tu equipo y olvidarte un rato de tus problemas sin
convencerte de que no existen.
Los cuatro de Embajadores vienen como esperando en la puerta con sus dulces
y su cunda del sonido para enganchar desde el primer acorde con las armas de
siempre, nuevos aditivos y canciones que van al grano. Sin trampa ni cartón,
crudo como la vida misma.
Aquí está el poder de las canciones. Simple y llanamente: Camellos es una
banda de canciones. De esas que te invitan a corear sus estribillos hasta
quedarte sin aliento (“Yo a tu edad, tenía tu edad”, cantan en “Arroz con cosas”,
premio instantáneo a la letra lapa del año). De esas que te aprendes al dedillo lo
que cantan, lo que cuentan.
Storytellers de andar por casa, songwriters de barrio, Camellos también nos
tienen prendados de sus historias. Tan costumbristas como coyunturales, sus
composiciones son el fiel reflejo de nuestro día a día. Ya pasaba en su
anterior trabajo –”Embajadores”, cómo no- que llamó poderosamente la
atención y les aupó de inmediato al estatus de banda a seguir muy de cerca y
ocurre de nuevo ahora en este “Calle para siempre”, de nuevo de la mano de
Limbo Starr, que les ratifica como uno de los talentos emergentes más
sólidos de nuestra escena. Sin pretenderlo, dignos herederos de tres de los
tótems a reverenciar en la historia de la música en nuestro país: Burning,
Siniestro Total y Patrullero Mancuso.
De letras mordaces y aventajados cronistas de los tiempos de la depreciación
del trabajo y todo lo demás nos traen nuevos hits como “Pesadilla en el hotel”
(tomándose a risa la mística de rock star) o “Mazo” (o la canción que nunca
usarán en una campaña de Turismo de Madrid). Sólo dos ejemplos de los
muchos -doce en total- incluidos en “Calle para siempre”, con esa portada que
parece sacada de un fotograma de José Antonio de la Loma. Otro con buen ojo
para retratar la España de siempre. La misma de la que hablan Camellos. Con la
valentía que se requiere para hacerlo, por supuesto.
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